martes, 11 de febrero de 2020

Sabelotodo

Iluso de mi, he tardado en darme cuenta en que mundo vivimos pero hace unos días me he llevado una de esas bofetadas que te hacen despertar de golpe y sin cariño. Eso me hizo reflexionar sobre si lo que sé, mis conocimientos, mis opiniones, mis creencias e incluso mis principios son lo que yo pensaba que eran. Pero no. Son lo que otros quieren que sean. Para entender esto hace falta aceptar algo difícil de tragar para muchos. Sin embargo es así. Todos hoy en día creemos que sabemos de todo y que nuestra opinión es la buena. Y nadie se baja del burro. Nadie. Dar el brazo a torcer es algo que se ve poco en estos tiempos de hoy. Lo más curioso es que en nuestro interior sabemos, no siempre, que estamos equivocados pero nunca lo haremos visible al exterior. Eso puede dañar nuestro ego. Una vez aceptado esto y si no la aceptas léelo otra vez para darte cuenta de que estás actuando como describo, veamos que ocurre cuando en el interior sabemos que podemos estar equivocados o incluso en nuestro error, deseamos convencer a los que tenemos en frente de que, sí, de que  tenemos razón. Es entonces cuando iniciamos una búsqueda desesperada por internet, visitando páginas y páginas hasta que encontramos nuestro argumento por alguien que firma con un nombre de lo más común pero tiene un diseño de página que nos hace confiar. Pero por encima de todo, dice exactamente lo que pensamos. ¿Qué hacemos entonces? Hombre , te vas a enterar. Lo publico en mis redes sociales para que veas que tengo razón. Y punto. Ya he ganado. Come menos carne es mejor, los niños tienen que leer a Dostoyevsky antes de irse a dormir cuando han cumplido dos años, la leche de camello te fortalece las uñas, ser vegano es mejor que ser ovofruteriano, los alienígenas están entre nosotros, es mejor hacer de vientre de cuclillas subido a la taza y con un pie suspendido en el aire, hacer dieciocho comidas al día es mejor para los gases. Y así con todo.  ¿Y qué es lo más curioso de todo esto? Bueno, que por cada argumento que encuentran los que intentan convencerme de que reciclar agua de lluvia de Dubai para hacerme unos espagueti carbonara es bueno para el planeta yo encuentro otros diez mil en contra. Y con la misma seguridad y expresividad, lease “Lo ves”, lo publico en la red que toque ese día y me voy a dormir muy tranquilo porque he convencido a todo el mundo de que los pañales reciclables es lo mejor que nos podía pasar en nuestra vida y si no se convencen mañana encuentro más argumentos que tengo un ratito después de desayunar. De todo esto se extrae una conclusión triste. Y es que no estamos dispuestos a aprender de los demás. Los tontos como yo, con la mente abierta nos dejamos convencer de todo. Incluso, a pesar de que me lo se todo sobre Mozart, de que Mozart no era Mozart sino un grupo de conspiradores que además no utilizaba una cierta nota musical para firmar sus obras que componían entre todos. Me la quise creer porque la historia es misteriosa y atractiva, bien presentada y aunque iba en contra de lo que conozco, caí en la trampa. Y si me lo permiten voy a terminar que tengo que comerme mi último filete de carne antes de volverme vegetariano, voy a lavarme los dientes con el carbón que me ha sobrado de la barbacoa y me voy a unir a mis niños en tirar huevos a la pared que es muy Montessori y según el blog de Mi pediatra en casa. org es muy bueno para desarrollar la empatía hueveril. Me han convencido de todo pero es que está en internet, no puedo decir que no.